22 nov 2011

Esforzarse en exceso

Cansado ya de no entender, un día decidí no dejar nada al voluble quehacer de la fortuna. Para ello, puse mi razón de espaldas al cosmos. Luego traté de ser solo lo que soy, sin más asombro metafísico, ni más dramatismo consciente que corroyera la extrañeza de los míos.

Pese a mis buenas intenciones, esta determinación solo me condujo a una inexplicable forma de demencia, ya que ahora rara vez consigo precisar las peticiones implícitas en el contexto de cada situación inmediata.

Casi me avergüenza reconocerlo, pero al analizar este desatino, algo me dice que pertenezco a esa ralea de individuos que todo lo que pueden hacer con su existencia, es dejarse llevar siempre por sus apetencias; siempre con la dudosa expectativa de que estas sean algo más que un signo del irresponsable abandono de la propia capacidad de juicio.