29 nov 2011

El poder y la culpa

Ser responsable de la condición de otro, siempre es equiparable a una u otra forma de poder o de culpa. En tanto que esto es así, resulta obvio que los amantes no son responsables el uno del otro, ni los amigos lo son del alcance de los respectivos desmanes de quien tanto aprecian. Tampoco el primogénito puede decidir sobre las libertades de aquel que a sus ojos parecerá siempre el más desamparado. 

Solo los padres son responsables de sus hijos mientras estos son incapaces de correr solos contra viento y marea. Pero es durante ese extraño lapso en que la existencia del niño no pertenece a sí mismo enteramente y en el que un hombre o una mujer corrientes se exponen a superar lo que debería ser una delicada prueba a cualquier sabiduría, es, decía, ese trance el que abarcará la parte que determinará más vivamente nuestra profunda noción de lo irreversible. 

Por lo menos hasta que aprendamos a despertar del débil sueño que a muchos atormenta mientras la juventud llega a presentarse intacta.