19 sept 2011

Ridículo interior

 
Ya no tengo fantasías de ese tipo.
Fantasías ridículas, quiero decir.

Caí en la cuenta, y ahora
también me son indiferentes
mis propios pensamientos.

Mejor así:
¿a quién le importa tanto misticismo,
tanta desolación espumosa,
a qué venían tantas entelequias?

Si al final,
después del vano esfuerzo,
la mente se va descomponiendo...

Y el alma, el yo o aquello que fusiona
la carne alegremente con el sueño,
no sabe reincidir o no responde:
la mente frente al ego es esa cosa 
que intenta convencernos de que somos 
más altos que aquel sol de nuestra sombra.