4 sept 2011

Punto y seguido / y final

 
Dejé la poesía un viernes.
O un lunes. No recuerdo.
Si fuera importante el día,
aún le pondría empeño.

Alguien me salvó del frío...

Y el ruido se detuvo
después de un falso tiempo.

Hasta ahora,
dejar la poesía ha sido
como leer lo que ya sabía:
fácil, extraño,
completamente inútil.

Extraño, sí:
como despertar sin asombro
al no saber si dormía.