1 jul 2011

Totalidad

Fuimos niños. Palabras como “mundo”, “totalidad” o “absoluto”, tuvieron para nosotros un sentido evidente y elevado. A través de estos términos, reconocíamos la realidad como unidad, y a nosotros mismos en ella. Luego el tiempo se abrió paso, y esa “totalidad” quedó fragmentada en multitud de elementos simbólicos que ahora ocupan un lugar concreto en nuestra circunstancia. Hoy, decir amor, no es nombrar el pulso profundísimo que a todos absuelve al evocar las lides del destino. Esta palabra, a lo sumo abarca una sonrisa, un beso o un encuentro, casual o premeditado, en algún escenario ya sabido.


En estos elementos subyace la reminiscencia de todo cuanto hayamos perfeccionado, albergando la unidad cósmica en un solo pasaje que podemos mimar o sacrificar en conveniencia.