Lo digo para no olvidarme:
sembrar luz cada día,
compartir,
siempre y con quien sea,
el color, la expectación, el agua:
la diaria plenitud
unida fácilmente a la palabra.
Sembrar, y recoger luego si la noche
no ampara más lugar en sus abrazos.
El único secreto es ese,
la única ciencia concebida
en bien de los que huyen.
Lo digo para no olvidarme,
para que nunca olvide mi enemigo
que yo también soy alguien.