19 jun 2011

Mirando hacia la nada

1. Todo vuelve a estar en fuga. Querer dotar de un peso a nuestras acciones, es otro modo de rechazar la idea de la muerte; y suponer que la muerte tiene alguna importancia, es la única manera de suponer que nuestros actos aquí, tienen valor más allá del flujo de la luz o del correr de nuestras entrañas.


2. Creer que el amor, para perdurar, debe ser un viaje programado en el que hallará un constante desarrollo lo sublime, es el error por el que siempre acabamos abandonando. La única pausa que nos permite el corazón, el único segundo en el que perduramos, es durante el breve trance del orgasmo. Y aunque esta comunión debe darse al unísono, resulta obvio que su esplendor es también tránsito.