Ya ves, he vuelto a caminar sin tino
de un lugar a otro, sí: descalzo
por el frío tablero de esta habitación.
Parece que es solo lo de siempre.
(En jaque hablaron las paredes,
temblaron las ventanas, la razón, los míos...)
No sé si es preferible el tedio:
yo quiero combatir la realidad,
pretendo todavía ser más niño.
Así calculo mis fronteras,
revelo mi pasión por el silencio,
y, sobre todo, la noche me contempla
preñada de secretos,
tentando la importancia inaprensible
de un tiempo derrochado
diciendo para nadie lo sabido.