20 jun 2011

Final del círculo

Ya solo queda errar.

Negar, tal que para siempre,

que este amor también haya sucedido.


Dejar que al anochecer marchite

la flor clara del almendro,

y olvidar la lid: errar, al fin,

tal que para siempre.


Y si el ruido de unos pasos

despierta como un eco

la inquietud adolescente,

cerrar sin más los ojos y las manos,

y seguir la ruta insospechada

que conduzca lejos de tu nombre.


Que si es justo el amor

y justa todavía

es la memoria del que olvida,

habré de reencontrarte

más cierta a mi regreso.


Pues nadie huye de sí mismo para siempre.