“Y tú, padre mío, allá en tu cima triste
maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.”
Dylan Thomas
No he sido para ti esa figura,
veloz y complaciente,
que se alejara de ti sin comprenderte.
Por mi interior camina
un juez benévolo, te lo aseguro,
y un niño indemne, y un jugador
incapaz de apostar su vida
por la difícil fe de merecerte.
No he sido para ti
el hombre que soñaste cuando niña:
contigo solo intento
aplicar el corriente equilibrio
de la duda.
Solo espero no haber representado
para ti a aquel héroe distante, feliz,
severo e indiferente,
que tantas veces vi partir,
en la densa noche de los puertos,
hacia algún lugar sin nombre
ni materia.