11 jun 2011

Altura del que admira

Tu silencio encuentra entre nosotros

un mismo hueco lleno de preguntas:


¿Qué impresión sostiene lo que admiras?

¿No rechazas ya el no haber merecido

el blanco empuje que me ofreces?

Dime al menos si supones

comprender la luz desde tu altura...


Te pido nada más

un rato a solas con mi fiebre.


Mira: llevo puesta la coraza de los héroes.

Pero mi memoria acentúa todavía

un sórdido vagar entre salvajes:

¿no adivinas por mis pasos

que a la sombra de mis actos danzo

la implacable música del juicio equivocado?


Ven, quédate conmigo solo un rato.


Si logras reflejarte en el que lucha

a todas horas descontento de su suerte,

si puedes compartir con ese

un poco de verdad o de ternura,

si entiendes su flaqueza y su desnudo,

te prometo que nos mantendremos siempre

a la altura inexistente del que admiras.