7 may 2011

Picaresca

La piedad no es otra cosa que la transgresión del odio al amor. Si invertimos esta acción, obtendremos, naturalmente, la verdadera visión de la crueldad. Esto último me lleva a pensar que, si podemos ser crueles también con cualquier desconocido, es porque todo ser humano le debe a sus semejantes una porción de afecto.


Cuando una persona trata de mostrar los buenos sentimientos de los que en realidad carece, decimos que se está comportando como un hipócrita. Ahora bien, cuando una persona se empeña en ocultar los buenos sentimientos que en verdad posee, estamos asistiendo a un acto de contención que solo se podría definir como madurez. En ese sentido, es obvio que no hay nada más impaciente ni más espontáneo que un niño o un amante desesperado por mostrar su virtud.


De la suma de los dos razonamientos anteriores, se infiere que muchos de los que se comportan con nosotros como si nos odiaran o les fuéramos indiferentes, pueden estar ocultando sus verdaderos sentimientos por el motivo que sea. Ante esto, yo no descartaría dejar la picaresca a un lado para ver en qué torna esa actitud.