11 may 2011

Pequeña botella al mar

Y mi amor quedó a la vista de todos. Y a todos hablé de sus prodigios, porque, aunque mi amor debía demorarse en las contradicciones de a diario, yo tenía que pregonar mi dicha: la alegría de haber visto lo que nadie más ve.

Y ya nadie me escucha cuando digo que el amor me ha sentado a su mesa y que habla mucho de sí.

Y palidece mi alegría, porque nadie me escucha, y este amor se demora, y ya no sé en qué creer...

Por eso, porque mi corazón se puso muy serio a contar las mentiras que nunca quise decir, ella solo sonríe, para luego afirmar (ya no sé si jugando) que no hay nada que hacer, que el amor se equivoca para que soñemos con él.

Por eso, porque parece cosa de locos tener tanta fe, ya no sé en qué creer...