24 may 2011

El ángel rojo

Escapar del perfeccionamiento (que viene a ser la técnica generada en pasadas experiencias) que estrangula las pasiones, pero sin llegar a albergar el caos de aquel que se consume en su propio frenesí. Hallar, simplemente, un margen de inocencia que equilibre la corriente sanguínea del dragón. Buscar siempre el justo término medio entre ambos polos, aun sabiendo que, si me dejo llevar hasta perderme, un ángel o un demonio impulsarán mi caída fuera de la encrucijada circular que abarcan los amantes en su perfecta imperfección.