Hombre o ángel, desnudo en la proximidad de la esperanza. Ángel, charlatán, telépata de luces o de nieblas. En el límite de la materia, la difusa danza. ¿Y dónde tú? ¿Dónde, quién? Aún contemplas a este soñador, llamándole a creer en tu presencia. Y más allá los pájaros, buscándonos, buscándote, sentenciando la inocencia jubilosa de los aires. Ven, la luz apremia en todas partes. Y la noche se reduce al peso de la espera. Acércate... ¿No ves que el tiempo nos reúne en el espejo, en los parques y en el piano que, de tanto jugar a conmovernos, sin querer, se eleva? Ya los siglos susurran nuestros nombres. Ya la tarde podría terminarse. Y más allá, los pájaros, testigos impensables.
Tan solo de este lado, el aire. El aire que se expande fácilmente hacia el mañana.
Tan solo de este lado, el aire. El aire que se expande fácilmente hacia el mañana.