25 mar 2011

Otro viejo poema...

Para hacerte brillar,
he de recorrer tus orillas.
Buscar en tus manos los retazos y el abrigo.
Encontrar a tu espalda las señales de la vida.
Escuchar a solas el eco
en que reconozco tus pasos,
verter el tiempo en tus ojos, llamarte
sin que imponga sus condiciones la distancia.
Llamarte. Con la voz grave de la calma
entrecortada sólo por la duda improbable.
Para hacerte brillar, a veces, alejarme.
Buscar incansablemente la orilla del pasado,
buscar a tientas un comienzo
siempre,
aunque incansablemente.
Para hacerte brillar las palabras no bastan.
Escuchas, pero el amor calla. No basta.
Son tus palabras que faltan,
brillan hasta donde no sé llegar.
Hasta la raíz en que te pierdo
porque no sé llegar hasta ese reino.
Allí das nombres a tu sentir
para que el sentir no sea sólo sangre,
y yo escucho como si amar fuera eso:
hacerte brillar
y brillar
yo también
desde lejos.