18 dic 2010

Metamorfosis

Estos días propagan ya su niebla milenaria,
oscureciendo la tonalidad de nuestro ánimo.
Los pinos de esta calle moribunda
parecen no advertirlo,
y la ciudad trae en su vientre
la siguiente estirpe del invierno.

Prosigue diciembre meciéndose en la piedra,
y casi juraría que anteayer
se cumplió en nosotros el poema
que no pude leerte antes de irme.

Si mis circunstancias fueran otras,
tal vez sabría a ciencia cierta
si solo vive la verdad en quien la nombra.
Pero ahora necesito, ahora más que nunca,
que alguien más crea en lo que digo.

¿No sentiste hace dos días
romper contra nosotros
los vidrios sensitivos de la calma?

Dime si un poema impuso sin palabras
su frágil turbulencia a nuestra historia;
necesito saber si el amor abría
su lenta cicatriz al renacer de la sangre.