4 nov 2010

Intranquila rutina

Otro sol se precipita ardiendo
contra este otoño inoportuno:
mi estancia delimita la otra orilla,
y otro amigo me combate
desde el frío estigma del silencio.

No hay nada que explicar.
No puedo codiciar aquel desnudo,
ni un rostro adolescente en los espejos.

¿Creéis que al fin cedo en mi locura?
Juzgad de nuevo,
la edad no me amenaza todavía.
Otra vez es más sencillo:
he vuelto a odiar al que contempla
la feliz incoherencia de mis lunas.