15 nov 2010

Evocación de la calma

Así la muerte sea como el mar.

O al menos, que haya un río
y el destino nos reciba
al término corriente de su cauce.

De cualquier manera,
que el sentido común consienta
delirar también con la vejez del agua.

No prohiba al tiempo
desembocar en un lugar concreto,
distinto sobre todo de sí mismo.