20 nov 2010

El perfume

Hay quien dice que esas flores innegables
prefieren subsistir entre la escoria.
Siguiendo los rumores,
frecuento libros y alcantarillas;
investigo la existencia de algún signo
de esperanza cotidiana.
No diré lo que he encontrado.
Aún me arden los ojos y las manos,
los huesos clandestinos y la boca
de tanto procurarme una mentira.
Y para qué salvarse de este frío
que hoy detiene la savia de los cuerpos,
para qué el amor, el hambre o la palabra.
Para qué el sentido.
Condesciende el milagro
ante la ocasión de un juego injusto.

Y las flores se marchitan,
solo entonces las olemos.