Cómo contar, a quién lo que quería.
Encarnar la figura del héroe neblinoso,
acomodar mi razón
imitando las fuerzas del poeta.
A nadie interesa ya la historia fortuita,
el tiempo dedicado
a obtener de la sombra el lenguaje.
Qué más da, oíd:
hoy pronuncio la verdad del frío,
y el desnudo de la muerte me seduce a la intemperie.
No llegará el día, tampoco la derrota.
Solo cuenta tener fe:
nuestros dioses ― el viento y la mentira ―
ignoran todavía la importancia del destino.