25 sept 2010

The end

Lo tengo. Pessoa estaba equivocado.
Las canciones desesperadas también.
Se equivocaron los santos, los sabios, los idiotas.

He muerto. Ya no queda ni un resquicio
de aciaga luz con que reconstruirlo todo.
El mundo ha quedado reducido
a un poco de invierno, dos o tres palabras
y un montón de evidencias sospechosas.

¿Por qué decían todos que aquel viejo universo
proseguiría inmutable después de esta desgracia?
Mentían. Querían convencerse de algo.
Pretendían alejar de su cabeza
la intuición natural, el conocimiento innato
por el que entonces comprendían
lo que yo comprendo ahora.