7 ago 2010

Pragmático

A estas alturas, diréis,
hay que ser práctico.
Nada de abstraerse contemplando
un árbol que respira, su sed de espacio.
No debemos extraviarnos tras los pájaros.
Y de venerar un sol solemne,
mejor ni hablamos.

El que quiera dedicarle tiempo al alma,
que mire confiado de reojo
al ser de todo espejo:
diréis que por ahí comienza el hombre
a distinguirse como corresponde al amo.

Me parece bien. Es vuestro derecho
huir de aquello que fermenta en vano
al fondo de los pozos de la infancia.
Tenéis claro que el oro vale un precio.
Y no podéis negarme que ya habéis visto algo.

Está bien, lo admito:
cualquier felicidad consiste en eso.

Pero a mí dejadme al margen. Ya sé que soy un necio.
Del conjunto me alienta solo esa utópica belleza,
la febril respuesta a lo que nadie ha preguntado.