26 jul 2010

Tiempo del trigo

No cumplieron los muertos su amenaza.

Imaginad cualquier ciudad en enero,
un ángel corrupto por el sol, viento,
canciones ya sabidas o palmeras azotadas
por el lento diluvio que esperamos.
Podéis darle forma a un cataclismo. Resarciros.
Suponed también que los mismos que partieron,
no llevaban en sus manos hueras la discordia.

Imaginad que entre los nuestros
el día estaba hecho y el trigo no crecía,
que tan solo uñas y cabellos revueltos
continuaban creciendo y creciendo.

Decidme, después de figuraros esto,
si alguna vez creísteis que entre ellos
nos guardaron rencor por haber sobrevivido.

Sé que no es fácil comenzar de nuevo,
ni llevar diez crisantemos a esa tumba injusta
en la que el sol se pone cada día.
Aun así, dejadlos entregarse a lo que vino,
sin imponer su retrato a los que tomaron asiento.

Pues el día no está hecho en lo que vive,
y el trigo imaginado en todo invierno
continúa creciendo hacia la luz
que lo consume nutriéndolo.