31 jul 2010

Otra extraña confidencia (reescripción)

Por pensar mal de los muertos,
el niño que fui no despierta,
me aterran los siglos,
bebo cualquier llanto frío,
y la noche, ofendida, me niega el resuello.

Solo, desciendo en secreto
al atestado infierno
de la imaginación verdadera.
Y no soy yo ni son los muertos
quienes soñando se enfrentan
por algo que ni es posible siquiera.

Son ellos, los vivos,
los vivos son los que cuentan
que todo es perfecto
si al morir todo empieza.

Os digo que son ellos
los que nada saben de sí mismos,
ellos son los que sueñan
con regresar del infierno
el día que alguien juzgue
su deuda ya sin remedio.