27 jun 2010

Madurez

Prescindir del amor.
Tan fácil como eso.
Deshacer la palabra,
recatar el cuerpo.
Bailar a solas
con el íntimo fantasma
que involucras en tu pensamiento.
Amenazando la importancia
de toda felicidad prescindible,
renunciar a la lid
cuando no puedas conformarte
con las sobras de un corazón enfermo.
Tan fácil como eso.
Como adorar ídolos inmensos
sin suponer poemas.
Sin existir de veras.
Sin contrariar la verdad,
ni prescindir del miedo a saberte fugitiva.