20 may 2010

Pacto

Veamos. La tarde me convoca aquí,
en mitad de una canción adolescente,
aún persigo un duelo entre mis manos
y me rondan de improviso
la muerte que rechazo con paciencia
y un cerco muy antiguo entre los pájaros…
¿No querrá decir tanto misterio
que hoy debo a la función de mis testigos
un examen meritorio de conciencia?
Veamos. Sospecho inútilmente y sin contarlo
de los muertos más humanos que conozco,
alguna vez me he traicionado
y las mejores situaciones que concibo,
tienen cierto no sé qué
de lucha perspicaz y de cansancio.
Pero no. Es demasiado.
No debiera quedarme tan tranquilo con mis actos.
Veamos. Mejor me reconcilio con los buenos,
escucho otra canción o me amenazo…
No es suficiente. ¿Y si después me tergiverso,
me rindo ante la muerte y me contagio
de tardes penitentes como esta?

No, no es suficiente.
¿Y si os pido perdón? ¿Y si me callo?
No. Os he mirado a todos a los ojos.
No me neguéis que entre nosotros
el pacto ya es negar que hemos pactado.