8 may 2010

Confidencias a una desconocida

Dijiste del dolor y de los cuerpos,
de todo amor contrario a lo que huye.
Tuviste que entender,
pese a mis lunas,
que nunca fui tan fuerte,
que me retraso solo cuando dudo
o si resulta una canción desde la noche.
Pudiste ser lo que contabas
(con eso basta al explicar
ante nosotros mismos
un modo de caer, una venganza).
Y celebrar también los funerales
tomando algún desvío entre la lluvia.

Mas no es fácil suponerte
llegando de mañana a tu rutina,
cortando el pan o las palabras
con la misma enseñanza que sugieres.

Dijiste del dolor o del invierno
que llega hasta la casa del culpable,
y allí es razón de lo que piensan
aquellos que han juzgado sin sabernos.

Por eso, aunque lo evites, también te pido
que no confieses ante nadie
la clara decepción que nadie entendería.

Cuando llegues, tan de mañana,
al frío cotidiano del trabajo,
recuerda en paz, pese a los años,
que toda tu verdad está en tus manos,
forjándose cuando las noches se alzan puntuales
en el fondo impronunciable de tu alma.