17 abr 2010

Vacío

Prendió por su interior el fuego.
Día y noche cuidó de no extinguir
la llama de su pensamiento
alimentándola con todo su silencio,
con su temor a trascender ardiendo
la voraz fascinación
por esa oscuridad que iluminaba.
Noche y día se obstinó en reconciliar
la intensa luz de su interior
y la asombrosa cerrazón de la palabra.
Cuando todo hubo ardido, recordó
que la verdad es sueño y que la luz
no es más que el despertar
a otra sombra más pura,
que muere al consumar cualquier deseo.