26 abr 2010

La carretera

Entro en la curva de la noche.
No estoy dispuesto
a pernoctar analizando la luna,
ni a devorar los manjares oníricos
que la madrugada sirve a los insomnes.

Quiero dormir,
dejar de conspirar, perderme.

He pasado muchas noches
cavilando sin concesiones,
intentando desenmascarar al niño
que se disfraza de hombre,
al hombre que se disfraza de árbol,
y al gato que se subleva aburrido.

Pero la curva de la noche es tan cerrada,
que alguien debería detenerse
justo aquí, conmigo; y yo con alguien
que no temiera perderse
al descansar placidamente de sí mismo.

¿Y si mañana no soy quien
para desenmarañar la luz de los abismos
que adivino refulgiendo entre mis manos?
¿Y si no soy yo…?. —o lo que es peor—:
¿y si ni siquiera me doy cuenta
de haber perdido la palabra tras la noche?