8 abr 2010

Hogar

En el triste hogar de los poetas,
una máscara recita desde siempre
la cifra fraudulenta de la vida,
un hombre engaña a los que teme,
un niño se suicida, y el amor
se cruza cada día con su ausencia.
No hay lugar en las estancias que describo
para aquellos que no sepan la respuesta,
la forma natural de no ser nadie.
Y la pregunta tibia soñando se repite:
¿te arrepientes de ser tú el que dormita
soñando con la luz, a la intemperie?
El hogar de los poetas es un mito
de ánimas tentadas por el fuego.
Volver hasta su puerta,
supone darle una oportunidad
al juego inconsecuente
de abrirnos paso contra el mundo,
enajenados por violentas fiebres
que aumentan el absurdo de haber sido.