20 abr 2010

Animales sociales

Pronto no seremos sino extraños.

En el cauce irremediable de la poesía
trato de reconoceros, apreciados fingidores;
aunque el desnudo que insinuáis,
se muestre corrompido por la decepción
que alimenta el bagaje inquieto de los años.

(También ajenos a nosotros, conversamos.)

Pero cómo complaceros, si amagáis
el lento suponer de nuestro juego,
haciendo resonar la copa
que hiciéramos añicos
en un brindis furioso por la Noche.

Entonces celebrábamos la nada
que incitamos a existir en nuestros actos,
contrarios al amor que no entendimos.

Y tras aquellos pasos que trazáramos
en la misma dirección
que tanto traicionábamos,
adivino el juicio exacto de las fuentes.

Su murmullo no resultará benévolo
mientras bebamos el licor amargo,
destilado en desigual combate:
el mismo que perdimos tantas veces
por juzgar violentamente lo que somos.

Por tanto, conversemos.
Ya mañana supondremos como extraños
la ocasión de revelarnos en exceso.

Simplemente conversemos…