8 mar 2010

Idea del amor

La mujer que me tenga
deberá soñar con paisajes de bruma
y asombrar a los niños
con sus ojos de nieve.

Penden mis cielos de la luz de su luna.
Pues, por más que me tenga,
esa mujer no pertenece a la noche
que entra impasible por sus horas en celo.
Pues del viento que nace, obtengo su rostro,
y lo dibujo con trazo seguro
en la más precisa intención de mi mente:
soy yo sin más luz que su esencia.

¿Cómo explicar que el invierno más íntimo
ha de caber en sus manos de niña?

En su imagen futura estoy sonriendo
a mi propia ilusión de años sin ella.
Soy yo quien a veces pregunta
el nombre primero que la hace imperfecta.