2 feb 2010

Tarde

¿Por qué no me dijisteis que para mí era tarde?

Yo aguardaba ante los cimientos,
en la casa que se desmoronaba
con las lluvias primeras.

¿Por qué no me dijisteis
que no hay sol que no consuma lentamente el sueño
de ser joven y consciente, de ser solo
como el dolor que pasa ante las estrellas?

Mis raíces se enredaron contra el viento
que acataba la inocencia
de vuestras sensatas mentiras…

Es tan sutil el deseo de volverse
cuando, en la despedida,
una sonrisa incomprensible
se abre como el sordo misterio
que después, cuando al fin comprendas,
será casual vergüenza hasta el olvido.

Tanta plenitud amando una memoria
que tornaba trigo marchito
y óxido en la sombra.

¿Por qué no me dijisteis que yo no era
alguien a quien la duda no corrompería
si la ocasión de desnudarse
se volvía tan oscura como el luto materno?