15 feb 2010

Igualdad

No tengo ningún interés en ser mejor que nadie que diga ser mejor que yo. Algo me dice que todo el problema empieza por ahí, que la ocasión de superar a los demás va siempre regida por una desigualdad tan ficticia como cualquier ideal de equidad. Solo quieren ser iguales al resto los que han permanecido mucho tiempo como individuos de segunda, por debajo del común de la sociedad. La misma sociedad que un día dice: ya podéis ser como nosotros. Pero desde ahora esa será vuestra deuda, no la nuestra.

Como Prometeo, deberíamos robar el fuego de nuestros deudores. Y hacer arder mediante el silencio indiferente de la inteligencia esta civilización de mitos absurdos.