4 ene 2010

Canción en llamas

Ya no amansan mis ojos
a los perros hambrientos
que celebran tu silencio.

La única prisión que entiendo
te revela contra mí,
y te vuelves al dolor,
y en los ciclos del deseo
tal vez me reconozcas.

Quiero ser mejor, más joven:
pero en todos los paisajes
hay un ángel furibundo
que se muestra receloso,
y no busco otra condena
que un mayor triunfo
ante mí mismo o ante ti.

Ciégame, luz de piedra:
hazme saber el tiempo
perdido en el que nada
podría agotar de nuevo
esta inocente soledad,
este fuego de violetas.