29 dic 2009

Vacíos

Los que no son, ausentes de vanidad,
los soñadores fatigados
comprometidos con la muerte,
los que no son más que en su silencio;
ellos, definitivamente ciegos,
adivinan lo que no pudo ser dado.

Y aunque pretendamos siempre toda luz,
y aunque dobleguemos al niño
y a la bestia incomprendida en el dolor,
para los sutilmente desapercibidos,
para ellos solo somos mejores
que lo que rebosa en exceso hasta perderse.

Ellos no encuentran ya diferencia alguna
entre su voluntaria penumbra
y nuestro cotidiano esfuerzo
por mostrarnos más allá de cualquier dolor.

Y trataré de no olvidar nunca, amor,
que la muerte todo lo iguala
en aras del humilde sueño de vencernos.