28 dic 2009

Noche cerrada

Sabes que no terminé de conocerme.

La razón se difumina fácilmente
antes de justificarte para mí
o para cualquier otro espejo ciego
que pueda sorprenderte casi desnuda.

Nunca pude entender mi propia forma
de contener la nada en la memoria,
ni los gestos feroces que me llenan
cuando el animal incansable se despierta
para reclamar su parte de sentido
en esa tregua cotidiana que es la duda.

Pero a veces soy, y solo finjo la condena
de ser extrañamente incomprendido.

Lo más probable es que ninguno
equivoque este vacío cuando intenta
suponer la noche cerrada de los otros.

Porque en esa sombra que persiste
adivino, a fuerza de intentarte en mí,
la posibilidad misma de lo que serías.