1 dic 2009

Idealización de la costumbre

Antes de preguntaros si tan bella es la rosa,
preguntaos qué es la rosa en sí misma.
Si bien su esencia última ha de seros esquiva,
sabréis que la rosa en sí no es más que el objeto
que vibra encarnado en su propia belleza.
Entonces, hacedla arder en su simple misterio,
negadle la hermosura que dierais por cierta
desde el día en que amar flores o formas.

La rosa en sí:
¿no ha de ser más real que la idea
hoy descrita en el mundo
por tantos siglos de juicios inútiles?

Ha de ser, incluso, más real que nosotros,
que urdimos vanas construcciones mentales,
contempladores cansados
de tanto añorar esa imagen
que nuestra propia costumbre ya vela del todo.