12 nov 2009

Deberes y renuncias





Soy yo el que se equivoca. No hay obligación moral alguna hacia aquellos que aún no hemos conocido hasta el afecto. Las faltas que pueda cometer con ellos son totalmente inocuas. Pues sólo en el amor o en la inocencia puede darse el daño imperdonable.



Yo sé que eres lluvia. Y también árbol, y brisa inconsciente del pasado. Pero yo soy sólo ese pensamiento que, para poder comprenderte, esquivo sospechosamente mientras hablo.



La vanidad va estrechamente ligada a lo perecedero. Quien se cree demasiado hermoso, le oculta deliberadamente a su conciencia esa otra negación de la belleza, que es la muerte paulatina por indiferencia.


Hay quien se siente especialmente atractivo cuando sufre. ¿No será otra forma de afirmar que la realidad pertenece a los que así la enfrentan directamente?


Gobierna tu corazón. Ama sólo cuando tu pulso se rebele.


Si el silencio cobra un significado extrañamente hermoso, te estarás acercando a lo que buscas. Así pues, no digas nada. Sólo escucha o escribe.