17 nov 2009

compromiso

Es inútil luchar tanto. Siquiera en lo más cierto.
Porque un dolor lento y cotidiano,
tejido torpemente con nombres de violetas,
emerge a cada rato ante mis fuerzas.
Y de tanto oponerme al daño absurdo,
acaso habré justificado
un rencor apenas restringido
por la deuda que hoy mantengo con la vida.

¿Y tan cruel ha de serme la experiencia,
que a su paso sólo deje impresa la vergüenza,
imperdonable y precisa,
de tantísimos sucesos sin sentido?

Pienso que ya he tenido suficiente.
Ya podéis decir que no soy quien
para censurar en pie humillación alguna...
Así es: en mi pensamiento hay vejaciones
igual de lamentables que un golpe voluntario.
Porque igual que cualquier otro,
también yo mismo, miserablemente herido,
podría hacer sufrir a quien me estima.

Aun así claudico, mas no comprendo.
Será porque me niego todavía
a disfrutar de que al final, si me descuido,
de tanto perdonar al desalmado,
me dé por igualar su juego invicto.