5 oct 2009

Reivindicación de la duda








Sé que lleváis años y años magnificando a vuestros enemigos, todo para justificar esa cómoda indiferencia, esa injusta y triste indiferencia. Lleváis años y años diciendo que el mal no existe, que el enemigo estará siempre dentro de todos y de cada uno, que cada día nos lavan el cerebro, que la publicidad es demasiado engañosa, que la clave está en ser uno mismo, que no es bueno tener enemigos. Que no es bueno tener enemigos. Pues bien, yo os digo: ya tenéis muchos enemigos. Demasiados. Y son todos mucho más débiles de lo que os han hecho creer las consignas del sistema. Yo os digo: estáis aburridos, condenados al aburrimiento eterno, y por ello jugáis a ser las víctimas definitivas de un mundo que quiere devoraros. Porque en verdad quiere devoraros. Quiere extraer hasta la última gota de sangre de vuestra roja voluntad. Quiere veros producir todo lo que se os ha pasado alguna vez por la cabeza. Pero jugáis a ser víctimas de todo eso por puro aburrimiento, por comodidad, por pereza de pensamiento. No, mis queridos amigos, nadie va a venir a salvaros. Cada vez que un líder trata de obedecer a los intereses de una noble mayoría, algo sucede con su vida, algo tan terrible como la implacable verdad que nos han enseñado a todos. Pero la educación no es tan importante como os han hecho pensar. No. Basta con juntarse con gente que no le dé importancia a hechos como la sumisión, para volverse sumiso de una vez por todas. Y si uno se junta con aquellos que no creen en líderes, que tampoco se consideran ellos mismos líderes, ¿qué pasaría? Pues que no habría más sumisión, ni más liderato, ni más masas convencidas de que el individuo está perdido en su seno. ¿Queréis ver individuos en lugar de abstracciones sociales? Yo quiero ver individuos. Quiero ver masas convencidas de que pueden hacer cosas juntas sin dejar de formarse por multitud de individuos inteligentes. Porque somos seres inteligentes. Y los seres inteligentes han de saber que el mal sólo acarrea complicaciones, incluso para los que creen estar por encima de cualquier convencimiento moral.

Entonces, si todo es tan fácil: ¿por qué la sociedad ha de continuar convencida de que, en última instancia, es más débil que aquellos que pretenden manipularla? Yo os digo: porque los que quieren manipularla lo han querido así.