20 sept 2009

Verde

Estuviste conmigo el tiempo indecible
que dura una vida en lo alto.
Estuviste conmigo esperando…
Mas qué oscura es ya tu ausencia, amor,
se parece tanto a ese sentimiento extraño
que no debería haber medido nunca.

Nunca… Es la última sentencia definitiva.
Nunca más contigo. Nunca más tu mano.
El tiempo en que esperar es largo.
Y breve será siempre el amor que hemos ganado.

Pues todo consistió en arder hallándonos.

Y ahora la vida y su ritual sagrado
de imposibles desencuentros, de sombras,
de extraños milagros; ahora el despertar:
todo ha de caber de nuevo entre mis manos.

Ahora, comprender la vida;
aprender quizá de lo pasado.
Insistir a diario en la entereza
que a veces nos sorprende
latiendo en el interior de cualquier llanto.

Ahora la vida, nunca más sufrirte tanto.

Pues me dejas la luz, la experiencia,
el consuelo de haberte hallado en este mundo.
Ese mundo que has dejado abierto
a la posibilidad de amar sin tiempo,
y, pese a cualquier dolor,
teñir la vida de la más insólita belleza
al tratar de creer en lo que siento.