18 sept 2009

Rojo

No hay silencio: te tengo todavía,
y aún debo saberte viento,
canción que arda aunque la lluvia duela
y se esconda de mis manos en tu cuerpo.

La carne es un mundo en fuga de dos vértigos.

Y la soledad es extraña como el tiempo
que empleamos en soñar con otra vida.

No hay silencio,
no sabemos contentarnos, si caemos,
con finales infinitos, pactados en secreto
bajo la fría impotencia de los sueños.
Pues el ruido siempre recomienza,
consumiendo todo lo que somos
alimenta los sentidos
con nuestros últimos restos.

Mas juguemos en la noche con el fuego,
que en la noche perderemos este miedo
a sentirnos solícitos o culpables
por lo que no hemos sido nunca.

Juguemos a tenernos todavía.

Que todavía aguardo el momento aquel
en que volver a buscarte ciegamente
por las rojas calles que conducen al delirio.