15 sept 2009

He pintado un duro invierno de imposibles
en las últimas ventanas de mi casa.
Nieve en mis palabras y en mis años.
Blanca nieve vieja sometiendo la mañana.

Y qué cansado…
Buscar la lluvia en los tejados. Caer.
Vivir como si todo fuera un epitafio.

Por eso hoy, querida hermana desatenta,
soñando te devuelvo una vez más, tristeza,
a tu mundo de versos y silencios estudiados.

Me pesa demasiado esa hermosura perfilada
con trágicas renuncias sin sentido,
con sombras que interpreto de modo exagerado.

No sabes qué cansado me resulta
oírte amenazar el feliz vuelo de los pájaros,
y ver cómo te olvidas, vergonzosa,
de los buenos amigos y del alto cielo de verano,
y de las calles luminosas que hoy anuncian
un nuevo lugar donde dejar viva la memoria.

Vete para alejar de mí esa tierra furiosa.
Déjame soñar aún esos días preciados
que yo también podré vivir si tú,
antigua compañera insoportable,
regresas de por vida a tu destino
de cálidos amores y canciones amarillas.

De nuevas alegrías y soles renacidos
al abrir soñando la desnudez de mis manos.

Pues se trata solamente de vivir buscando.