12 sept 2009

Apunte para un fracaso

Si hoy triunfara la ancestral belleza
de ese fuego que lentamente se hace brasa
—el espectro de la poesía, error de dios,
que ya casi no quema a quien aún trata
de hallarse a sí mismo en sus caminos—,
si este oficio resucitara de su sueño,
si otro ángel nos llamase a soñar en el infierno:
¿quién sino tú, lector cansado de estos juegos,
podría hundir tal ímpetu de nuevo en su silencio
para que esta noche fuera sólo la evidencia,
el fin convenido de tus horas, tu último refugio?
La poesía agoniza en todos los relojes
que ya marcan la hora infinita del olvido.
Y para los que han sucumbido ante su llama
ya no queda ningún otro paraíso posible,
salvo aquel confín que un día arrasaran
el deseo y la necesidad de un mejor momento.