26 ago 2009

Peso de la sombra

Yo, que tantas veces he olvidado,
te vi soñar tu propia oscuridad un día.
Te vi ante el fuego del delirio,
que sólo quema a quien detiene
sus pasos en el desolado centro de sí mismo
Nuestra noche era un océano en negro.
Y tu voz arrastraba un último silencio
que sólo tú ceñirías a tu alma
como la muerte sólo ha de ceñirse a tanta nada.
Te vi soñar el fuego y la palabra,
el ángel y el espejo quebrado de la rabia.
Y hablabas. Sé que mientras tanto hablabas…
Pero yo sólo recuerdo tu rostro verdadero,
tu mirada horadando el vasto frío de la casa.

¿Qué hice, amor, para que la muerte
llenara de dolor tu dulce pensamiento?

En verdad merezco
que la perfecta balanza de los años
me haga ver a mí también
el secreto abismo de mi sueño.

A mí, que tantas veces he olvidado…