25 ago 2009

Naturaleza

Somos ese triste animal
educado a la luz de cálidos afectos.
Una bestia que acaso trate de soñar
que su naturaleza está más allá
de cualquier divinidad artificial
engendrada siempre por el progreso.
Mas un animal es lo que es
porque su eterna naturaleza
parece casi una fuerza sagrada.
Sólo un hombre, cualquiera,
no podrá ser sólo un hombre despierto
si no se enfrenta viviendo a su tiempo,
a la luz del sol o a la noche rasgada
por su propia voluntad de fuego.