1 ago 2009

La fortuna del viajero

Y trazar lentamente una ruta,
por absurdo que hoy pueda parecerte;
marcar un principio irrepetible
que conduzca, aunque sea a tientas,
hasta algún lugar sagrado.
Así, que a la hora de sufrir o de dar,
cobre sentido todo cuanto hayas aprendido.
Que cuanto hayas visto o soñado,
se revele siempre como parte necesaria
de un conjunto de soles y de simas.
Para ello ábrete paso, lentamente;
aprende a vivir como si un día cualquiera
—hoy, mañana o dentro de diez años—
una extraña fortuna fuera a complacerte
con algún detalle inesperado.