21 ago 2009

Elección

Sospecha siempre de la vulnerable desnudez
que cualquier llanto verdadero
ocasione todavía en ti, porque acaso
mañana sea esa la última consecuencia
que un amor mortal deje sobre la tierra.

Sospecha también
de las estrellas que no has visto,
porque tal vez estén ya ante tus noches,
ardiendo, tal vez, hacia el confín de tu mirada
o repitiendo los poderosos colores del vacío.

Sospecha incluso de ese verano,
fugaz, terrible e íntimo,
que un día te hiciera regresar de pronto
al todo ya perdido
que hoy añoras como un niño.

Sospecha, en fin, de la belleza.

Protégete de su amable misterio insondable:
pues tras la apariencia elegida
por una infinita naturaleza o por el arte,
se esconde el daño que las luces del tiempo
no han de mostrarte todavía.
Esa mentira que oculta nuestros defectos,
hace que un hermoso misterio
sea preferible a todas las verdades implacables.

Belleza es el principio que rige
la tibia realidad del inocente
o cualquier falsedad creíble
que brille en los ojos del culpable.

Belleza es amor o sangre.

Por tanto, cree o sospecha,
pues todo lo demás son ya reflejos
de la imposible máscara de nadie.